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Sembrando ideas

Un espacio de discusión y análisis sobre la actualidad del sector agroindustrial argentino e internacional.

Fecha de Publicación: 25/10/2022

Qué esperar en la COP27 de Egipto

En las vísperas de la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), que se llevará a cabo entre los días 6 y 18 de noviembre en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh, en el presente artículo se analiza qué temas posiblemente serán parte del debate y cuál será la participación de Argentina en dicho contexto.

Autores: Nelson Illescas (Fundación INAI)

El Acuerdo de París, consensuado por los países en 2015, estableció la necesidad de "Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales". Pero para lograr limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C, se requiere reducir las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) en un 45% para 2030 con vistas a alcanzar cero emisiones a 2050, a la par que se reducen otros Gases de Efecto Invernadero[1] (GEIs.)

Con este objetivo – entre otros- en mente, se realizará la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) entre los días 6 y 18 de noviembre en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh. Esta conferencia tomará los resultados de la COP26 para adoptar medidas en ciertas cuestiones esenciales para hacer frente a la emergencia climática, que incluyen desde la reducción urgente de las emisiones de GEIs, el fortalecimiento de la resiliencia y la adaptación a las consecuencias inevitables del cambio climático, hasta el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo.

En la COP26 se logró completar el conjunto de normas ambientales que rigen la aplicación práctica del Acuerdo de París de 2015. Esto refiere a la reglamentación del Art. 6 de dicho acuerdo, sobre los mecanismos de mercado y no mercado para abordar la cuestión climática.

Por otro lado, la financiación de la lucha contra el cambio climático sigue siendo una cuestión fundamental, ya que los países desarrollados siguen estando por debajo de su compromiso anual de USD 100.000 millones, acordado en 2020.

Por lo tanto, se espera que el debate sobre pérdidas y daños[2] vuelva a estar sobre la mesa de negociación, luego que en la cumbre anterior se bloqueara una propuesta de los países en desarrollo de establecer un mecanismo independiente de los programas de ayuda humanitaria y desarrollo. En su lugar, se creó el Diálogo de Glasgow sobre pérdidas y daños, que ha sido objeto de críticas.

Y finalmente, se espera debatir sobre el objetivo global de adaptación, algo que se comenzó a trabajar en la COP26 donde se decidió un programa para avanzar en la implementación de los puntos del Acuerdo de París referidos a la temática. En este punto puede vislumbrarse un foco de tensión entre los diversos actores. Mientras los países desarrollados quieran imponer una agenda más enfocada en incrementar la ambición de los compromisos de reducción de emisiones, los países en desarrollo buscarán que la adaptación tenga un protagonismo mayor.

Debe recordarse que los esfuerzos de mitigación implican reducción de emisiones, y atienden mas que nada a esfuerzos de cara al futuro. Por otro lado, cuando se discute sobre adaptación, se trata de las medidas necesarias para hacer frente a los impactos del cambio climático que ya están afectando a los diversos países y regiones.

El aporte de Argentina

Los primeros 20 países, incluyendo a la UE, representan casi el 83% de las emisiones globales de GEIs durante 2015-2019, el último período con información. Argentina se encuentra dentro de este grupo, pero su participación es poco relevante, ya que el país significa sólo el 0,82% de las emisiones globales. De todas maneras, todos los países desde París tienen compromisos vinculantes y deben trabajar en materia de medidas ambientales.

Argentina ha venido demostrando, a través de sus compromisos internacionales (CMNUCC, Protocolo de Kioto, Acuerdo de Paris), su preocupación por controlar el incremento de la temperatura global y minimizar los costos que el cambio cli­mático genera sobre el bienestar de la población.

En este contexto, presentó durante la COP21 (llevada a cabo en París en 2015), sus primeros compromisos de carácter vinculante (NDC). La propuesta consistía en bajar las emisiones contaminantes en un 15% para 2030 respecto de un escenario sin cambios (business as usual, BAU). Esta propuesta era incondicional, es decir que se llevaría a cabo sin mediar ninguna ayuda internacional. Una meta adicional de un 15% extra se incluyó en caso de que exista financiamiento internacional «adecuado y predecible» y apoyo a la transferencia, la innovación, el desarrollo de tecnología y la creación de capacidades.

Al año siguiente se tomó la decisión de realizar un primer esfuerzo de revisión de sus contribuciones. El nuevo compromiso apuntaba que, para 2030, podrían reducirse en un 18% los GEIs con fondos propios, y un 37%, con ayuda extranjera. En 2017 se presentó un plan nacional, y dos años después los planes sectoriales, con el propósito de alcanzar la meta absoluta de 483 MtCO2eq para 2030.

Luego se llevó adelante un proceso de revisión de su NDC que fue coordinada a través del Gabinete Nacional de Cambio Climático (GNCC), con una propuesta en la que participan todas las carteras de la Administración Pública Nacional, las jurisdicciones a través del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) y todos los actores interesados y la sociedad civil.

En 2020, y de manera anticipada, Argentina presentó su segunda NDC mejorando dicha meta de reducción de emisiones a 359 MtCO2eq para 2030. Y esta última fue actualizada a 349 MtCO2eq durante la Cumbre por el Clima de abril 2021. En este sentido, debe tenerse presente que el Acuerdo de París establece la obligatoriedad de revisar los compromisos nacionales de forma obligatoria cada 5 años, pero nada obsta a que un país desee hacerlo anticipadamente, siempre que aumente el grado de ambición.

Durante la última COP de Glasgow, Argentina se plegó a una serie de iniciativas:

  • En materia de bosques, se emitió la Declaración de los Líderes de Glasgow sobre Bosques y Uso de la Tierra. En la misma, más de 140 países (que representan más del 90% de los bosques del mundo) entre los que se incluye Argentina, se comprometieron a “trabajar colectivamente para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030, al mismo tiempo que se promueve un desarrollo sostenible y una transformación rural inclusiva”. El presidente Fernández, en la Sesión Plenaria de la Cumbre de Líderes de la COP26, hizo referencia a dos cuestiones vinculadas a bosques. Por un lado, indicó que se adoptarían “medidas profundas para erradicar la deforestación ilegal, tipificándola como delito ambiental”; y por otro lado, se comprometió a enviar un nuevo proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos.  
  • Se firmó un compromiso de reducir colectivamente las emisiones mundiales de metano en un 30% para 2030. Más de cien países se sumaron a una coalición encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea para reducir las emisiones mundiales de metano. Argentina suscribió a esta propuesta, pero se desconoce la forma en que lo llevará a cabo, sobre todo teniendo presente que uno de los principales sectores emisores de metano en nuestro país es, al igual que lo que sucede en Australia, el ganado bovino. 
  • En materia de financiamiento, uno de los planteos de Argentina fue el de “crear mecanismos de pagos por servicios ecosistémicos, canje de deuda por acción climática e instalar el concepto de deuda ambiental”. También se remarcó la necesidad de “aplicar la emisión de los Derechos Especiales de Giro, del Fondo Monetario Internacional, a un gran pacto de solidaridad ambiental, que incluya a los países de bajos ingresos y renta media, y que sirva para extender los plazos de las deudas y la aplicación de menores tasas”. Finalmente, se hizo un llamamiento a fortalecer el multilateralismo ambiental e impulsar la capitalización de los Bancos Regionales de Desarrollo. 

Algunas consideraciones finales

El sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático afirma que, inequívocamente, existe un vínculo entre las actividades humanas y el calentamiento global y, destaca las repercusiones observadas y los numerosos riesgos que las trayectorias actuales de calentamiento suponen para los sistemas naturales y humanos.

Por otro lado, un informe multiinstitucional de septiembre de 2022, coordinado por la Organización Meteorológica Mundial, ha concluido que las medidas y compromisos actuales de mitigación son insuficientes, pronosticando un calentamiento global de 2,8°C a lo largo del siglo XXI, señalando la necesidad de adaptarse a este.

Con esto se quiere resaltar que, de cara a los años por venir, las consecuencias del cambio climático pueden seguir agravándose y con ello, un llamamiento a realizar mayores esfuerzos internacionales, nacionales y locales para lidiar con la cuestión. Aquí cobran fuerzas las iniciativas como las que están liderando desde la UE[3] o EE.UU. y que van a impactar en diversos ámbitos, pero particularmente en la producción y el comercio global. Si bien estas iniciativas pueden ser positivas, porque amplían la ambición del Acuerdo de Paris, escapan al escrutinio multilateral que impone este acuerdo y podrían eventualmente transformarse en barreras de carácter no arancelario.

En lo particular para Argentina, se espera que para la COP27 presente su Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático de acuerdo con lo que establece la Ley n.º 27520. El mismo se ha venido trabajando a lo largo del año en diversas mesas sectoriales y con participación de los diversos actores interesados. Concretamente, la propuesta de reducción presentada en Glasgow sería el “Cuánto”, mientras que este plan sería el “Cómo”. Actualmente Argentina también trabaja en la elaboración de la Estrategia a Largo Plazo a 2050, pero se encuentra en un estadio de elaboración menos avanzado.

Durante la COP se espera se refuercen las iniciativas lanzadas durante la COP26 o que surjan nuevas. Las mismas no forman parte integrante del texto del Acuerdo de Paris, pero han surgido como una alternativa de diversos países para reforzar su compromiso climático. Se deberá estar atento al surgimiento de éstas, ya que algunas pueden ser muy beneficiosas, pero otras, por carecer de sustentos científico o profundidad de análisis, pueden producir efectos contraproducentes.

Se espera que el sector agropecuario tenga un activo rol, especialmente porque el Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) tendrá un espacio propio, lo que puede funcionar como articulador de acuerdos y propuestas. Desde el sector privado argentino estarán viajando diversos representantes, buscando mostrar al mundo la forma que se produce en el país, al tiempo de buscar aliados o socios relevantes en la materia.

Es fundamental como sector comprometerse en estos ámbitos, a fin de mostrar la forma que se viene trabajando, de manera sostenible, en armonía con el medio ambiente. También es necesario un involucramiento directo, para llevar al ámbito científico todas las discusiones sobre la materia y poder mostrar todo lo que el sector tiene para aportar no solo en materia ambiental, sino como proveedor de alimentos, precisamente en un contexto donde la seguridad alimentaria está en riesgo.

 

[1] La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático reconoce seis: bióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6).

[2] Se refiere a pérdidas y daños asociados al cambio climático. Tales impactos incluyen tanto fenómenos extremos, como huracanes y olas de calor, como fenómenos que se manifiestan de forma gradual, como el aumento del nivel del mar y la desertificación. La acción sobre las pérdidas y los daños concierne sobre todo a los países en desarrollo, que son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático.

[3] En el marco del Pacto Verde Europeo, iniciativas como de la Granja a la Mesa, Mecanismo de Ajuste en Frontera o Cero deforestación, por ejemplo.

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