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Sembrando ideas

Un espacio de discusión y análisis sobre la actualidad del sector agroindustrial argentino e internacional.

Fecha de Publicación: 16/09/2021

Lanzamiento de Campaña Gruesa 2021/22

La campaña gruesa 2021/22 estaría marcada por un escenario climático del tipo “La Niña”, que presentaría limitaciones ambientales para los cultivos en buena parte de la primavera. A pesar de ello, impulsada por un escenario de precios en niveles históricamente altos, se estima un aumento en la superficie sembrada para el nuevo ciclo de 2,1%, que permitiría alcanzar una producción de 129,8 MTn (+7,2%). Este incremento, estaría explicado en su mayor parte por el cultivo de maíz, que alcanzaría las 7,1 MHa (+8,9%) y una producción de 55 MTn. Con respecto al cultivo de soja, se estima una disminución del área sembrada, que caería a la menor superficie de las últimas 15 campañas, con 16,5 MHa y 44 MTn de producción. Este escenario arrojaría para el año 2022 una contribución de 42.030 MUSD en valor agregado, 35.775 MUSD en exportaciones y 14.630 MUSD en recaudación fiscal. Aunque manteniéndose en niveles altos, este aporte sería algo menor al registrado este año 2021.

Autores: Agustin Tejeda Rodríguez, Marcelo Katogui, Juan Pablo Gianatiempo

Escenario Climático

Las perspectivas climáticas para el nuevo ciclo productivo son del tipo “La Niña”, lo que podría generar limitantes ambientales durante buena parte de la primavera. En términos generales se prevé un año similar al ciclo 2020/21, con momentos de déficit hídrico que tendrían mayor impacto sobre el margen oeste y sudoeste de la región pampeana, y que a su vez se irán agravando con el ascenso de las temperaturas a medida que nos adentremos en la primavera y verano.

En consecuencia, se prevé registrar déficit hídrico en sectores del área agrícola durante etapas reproductivas de los cereales de invierno, pero también durante la ventana de siembra de los cultivos de verano. Posteriormente, a partir de febrero también hay probabilidad de registrar deficiencias durante el inicio de las etapas reproductivas tanto en el cultivo de soja como de maíz, con posibles mejoras en las condiciones climáticas a partir del mes de marzo. Será importante monitorear la evolución de estas variables, para evaluar el cumplimiento de las estimaciones de cosecha.

Escenario Económico

La importante suba de los precios internacionales de los granos durante el último año, situó las cotizaciones en niveles históricamente altos. Como sucede habitualmente, esta tendencia alcista se replicó en el mercado doméstico, generando precios a cosecha superiores a los de la campaña previa y al promedio de las últimas 8 campañas. En el siguiente gráfico se observa que solo el 14% de los días desde 1990 a la fecha tuvimos precios en los niveles actuales.

El gran incremento registrado en los costos recortó los márgenes previstos para la nueva campaña, que todavía se mantienen superiores a los de la campaña previa. En términos generales, las señales económicas son positivas para el incremento del área sembrada. Sin embargo, al evaluar las rentabilidades relativas se observa una mejor performance del maíz, especialmente respecto a la soja.

Estimaciones de área y producción

Con este panorama, la superficie sembrada con cultivos extensivos en Argentina se incrementaría un 2,1%, hasta las 34 MHa, que permitirían una expansión de la producción de un 7,2%, alcanzando 129,8 MTn, gracias a una recuperación de los rendimientos por hectárea.

Por primera vez desde mediados de los noventa, se estima una mayor producción de maíz que soja desde el inicio de la campaña. Con un crecimiento del 8,9%, la producción de maíz alcanzaría las 55 MTn, convirtiéndose en el cultivo de mayor volumen producido, después de 6 campañas consecutivas de incremento del área sembrada. Por su parte, la soja continúa perdiendo superficie, por séptima campaña consecutiva, llegando a 16,5 MHa, la menor de las últimas 15 campañas.

Entre las causas de estos movimientos se destacaron factores vinculados a las innovaciones de manejo en los distintos cultivos, como la diferenciación de fechas de siembra en maíz; a los movimientos en los precios relativos de los granos, como consecuencia de los distintos niveles de derechos de exportación; y a la adopción tecnológica, que contrariamente al maíz, en la soja muestra signos de estancamiento.

Estructura Productiva

Las tendencias observadas en la superficie sembrada han impactado sobre la estructura productiva con consecuencias sobre el resto de los eslabones de la cadena de valor. La cadena del maíz ha mostrado un crecimiento del 107% desde la campaña 2015/16, estimándose su Producto Bruto para el nuevo ciclo en 17.200 MUSD. Este incremento resulta en más empleo, más desarrollo regional, más exportaciones y mayor sustentabilidad ambiental de los planteos productivos. En esta cadena se abren además grandes oportunidades para el futuro, a partir de la transformación del grano en carnes, lácteos, bioenergía y otros productos biobasados.

Pero del otro lado, hay que destacar el estancamiento de la cadena de la soja, principal complejo exportador de la Argentina. La menor molienda de soja, como consecuencia de la reducción de la producción, aumentó la capacidad ociosa al 40%, en una industria que ha realizado inversiones para moler más de 60 MTn.

Aporte Económico del Sector

Durante este 2021 el sector tiene un rol protagónico, con un significativo aumento en su contribución a las principales variables económicas, que alcanzan valores récord: recaudación fiscal USD 15.313 millones (+49%), exportaciones USD 36.684 millones (+48%) y Producto Bruto USD 45.024 millones (+45%). El significativo crecimiento de los precios ha más que compensado la caída de las cantidades como consecuencia de la niña.

En relación al 2022, se subrayó que, aunque menor a la del 2021, debido a un descenso esperado en los precios internacionales, la contribución continuará en niveles históricamente altos. Las exportaciones de granos y subproductos alcanzarían los 35.775 MUSD (-3%), mientras que el Producto Bruto Agrícola los 42.030 MUSD (-7%).

Proyecciones a futuro

Es importante notar que, más allá de la contribución récord esperada para 2021 y 2022, gracias a los altos precios internacionales, el sector agroindustrial argentino viene creciendo en cantidades producidas y exportadas por debajo de su potencial, debido a la desprotección de las políticas domésticas. La tasa de crecimiento se ha desacelerado desde principios de los 2000 hasta la actualidad, conforme aumentaban los derechos de exportación; con períodos de crecimiento nulo entre 2012 y 2015, cuando se adoptaron además fuertes restricciones a las exportaciones. La situación se refleja claramente cuando comparamos este desempeño con el de los principales competidores: mientras Argentina creció en sus cantidades exportadas al 21% desde la campaña 15/16 hasta hoy, el mundo creció un 28%, Brasil un 89%, Ucrania un 53% y Rusia un 39%.

Entre los principales exportadores agroindustriales, Argentina es casi el único con apoyo negativo al sector. Como se aprecia en la siguiente infografía, desde 2002 el ingreso de los productores argentinos se ha reducido como consecuencia de las políticas de derechos y restricciones a las exportaciones, desincentivando la producción.

De acuerdo a los resultados de simulaciones realizadas por el Instituto de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales y la Fundación INAI, de seguir con las actuales políticas Argentina continuaría perdiendo relevancia, creciendo en su producción de granos un 16% en los próximos 10 años. En cambio, si se adopta un marco que promueva la inversión y las exportaciones, la producción podría crecer un 40%, superando las 180 millones de toneladas de granos hacia 2029/30. Además de la agenda de políticas doméstica, será necesario avanzar en negociaciones internacionales para abrir nuevos mercados, respondiendo a los desafíos en materia de sustentabilidad.

Comentarios finales

El mercado internacional continúa ofreciendo oportunidades. El desafío está en implementar un marco de políticas que permita capturarlas antes que nuestros competidores. Con mejores incentivos, el sector está en condiciones de ser un pilar en el desarrollo sustentable del país, a través de la producción y exportación de bienes y servicios bio-basados saludables y de alta calidad, contribuyendo a evitar las recurrentes crisis, en un marco de equidad territorial, inclusión social y cuidado del medio ambiente.